En el agreste terreno de Islandia, donde el viento susurra antiguas historias, surgió un compañero resistente y robusto: el caballo islandés. Estos caballos, traídos a la isla por los vikingos alrededor del año 860 d.C., han prosperado durante siglos, encarnando fuerza y resistencia.
A pesar de su tamaño parecido al de un pony, con una altura que oscila entre los 135 cm y 145 cm, los caballos islandeses son potentes. Con cuerpos robustos y una notable capacidad para cargar peso, vienen en varios colores, reflejando la diversidad de su tierra natal. Poseen andares únicos, incluyendo el suave y grácil tölt, un andar lateral de cuatro tiempos capaz de alcanzar velocidades de hasta 32 km/h.
Criados en las duras condiciones de Islandia, estos caballos maduran lentamente, comenzando su entrenamiento bajo la silla de montar típicamente alrededor de los 4 años de edad. Son conocidos por su longevidad, con algunos viviendo hasta impresionantes 56 años, gracias a su robusta salud y aislamiento.
El caballo islandés no es solo un vestigio del pasado; está profundamente arraigado en la mitología nórdica y sigue siendo una parte vital de la cultura islandesa. Con una prohibición de importar caballos desde el año 982, Islandia se preocupa mucho por mantener la pureza de esta raza.
Las primeras sociedades de crianza, establecidas en 1904, allanaron el camino para el reconocimiento internacional del caballo islandés. Desde trabajar en minas de carbón británicas hasta ser exportados a Alemania en la década de 1940, estos caballos han dejado su huella en todo el mundo. Regulados por la federación internacional FEIF, alrededor de 900.000 caballos islandeses están registrados en el libro genealógico mundial Fengur.
En Islandia, estos animales versátiles sirven para diversos fines, desde compañeros de monta hasta producción de carne. A nivel internacional, se utilizan principalmente para actividades de ocio.
Lo que los distingue son sus andares únicos: el tölt y el paso volador. No todos los caballos islandeses pueden realizar el paso volador, lo que los distingue como de 4 o 5 andares.
Entra en escena el zapato islandés Libero, un producto nacido de la pasión y la precisión. El proceso de diseño fue meticuloso, involucrando comentarios de nueve probadores de Suecia, Noruega, Islandia, Alemania y el Reino Unido. Se hicieron ajustes y, después de una fase de pruebas exhaustiva, el resultado es un producto premium que se destaca entre la multitud.
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En el desafiante paisaje de la herradura islandesa, donde el frío a menudo prevalece, Libero Ice marca la diferencia. Los herradores especializados, algunos exclusivamente para caballos islandeses, junto con los propietarios y entrenadores, aseguran un cuidado de primera categoría, haciendo de la herradura islandesa una experiencia única y colaborativa. El zapato islandés Libero se erige como un testimonio de dedicación e innovación, asegurando que el legado del majestuoso caballo islandés perdure.
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Tips & tricks
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